Remediavagos

¿De verdad piensas lo que acabas de decir? ¿cómo puedes ser así? No, no lo piensas. Me conoces. Sabes que con esas palabras me haces sufrir; por eso las dices. Eso me duele, Carmen.

Jamás hubiera imaginado que nadie, ni siquiera tú, me iba a acusar de intentar matarle.

Tal vez te refieras a lo del año pasado, junto a aquel acantilado, pero aquello fue solo un accidente. Sí, reconozco que soy torpe, pero no hubo maldad en aquel tropezón… tú estabas allí, en el borde… solo trataba de agarrarme a algo para no caer y, tú… tú, estabas allí, pero… por Dios, no intentaba matarte, solo fue mala suerte. ¿Acaso no recuerdas quién te ayudó a ponerte a salvo? Sí, Carmen, fui yo.

Bueno, si hago memoria, igual te refieres al episodio del coche. Lo recuerdas también, ¿verdad? El mecánico mintió, se notaba a la legua que le gustabas, solo trataba de dejarme en mal lugar… ¡Idiota! con aquel estúpido gesto de suspicacia… «pues les aseguro que el freno funciona a la perfección», dijo el muy imbécil.

No me mires así, te aseguro que puse bien el freno de mano. Si hubiera sido de otra forma, ¿crees que hubiera gritado para salvarte del atropello?… Menos mal que lo del coche quedó solo en una visita al chapista.

Y, por favor, ahora no pongas esa cara de mártir, solo me he reído porque todo terminó de la mejor manera posible.

Lo del disparo en la pierna es más difícil de explicar. Reconozco que fue un despiste, pero nada más lejos de la realidad eso que pretendes hacer creer a la gente… tampoco trataba de matarte. El jabalí se desvío de su camino y los hados quisieron ponerte en su trayectoria. Pero, aún así, si hubiera querido matarte, habría disparado un poco más alto. Apenas fue poco más que un rasguño. Una pequeña intervención quirúrgica con unos pocos puntos de sutura. ¡Vamos! Pero si ni siquiera se notan.

Ya, ya… lo veo en tu cara. Estas pensando en lo del cuchillo. Pffff… Sí, se clavó en la puerta de la cocina justo cuando entrabas, pero, de nuevo, se trató de un lamentable accidente. Sé que es otro más para añadir a la lista, pero no quiero que pienses, ni por un instante, que trataba de herirte, ni nada más grave. Es mucho más sencillo, ya te lo expliqué entonces y volveré a hacerlo. Mientras fregaba, y sabes que lo hago a diario, se me escapó el más grande y, con el ímpetu de agarrarlo antes de que cayera al suelo, terminé lanzándolo hacia donde tú estabas. ¡Menos mal que pudiste esquivarlo!

¿Qué te ocurre? Parece que respiras con dificultad y tu piel tiene un tono violáceo.

Vaya, parece que al final voy a conseguirlo… Mira lo que son las cosas, tantos intentos fallidos, tantos esfuerzos desaprovechados y, al final, voy a conseguirlo con un poco de matarratas que, por accidente, cayó dentro del tarro de café… ¡Vamos! Lo que siempre han llamado un remediavagos…

Ah, por tu gesto he notado que no sabes lo que significa esa palabra… No te preocupes, no te irás sin saberlo. Es un procedimiento destinado a hacer algo con el mínimo esfuerzo…

¡Carmen, Carmen! Aguanta, voy a llamar a una ambulancia… vaya, esto si que es el colmo de la mala suerte; ayer no lo cargué, el móvil está sin batería.

3 respuestas a «Remediavagos»

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